miércoles, 7 de octubre de 2015

Vete tranquila, no hay necesidad de ofendernos.

   Vete tranquila, que se que no me vas a extrañar.
   No extrañarás mis ronquidos interrumpiendo tus sueños, ni el hecho de que me despertaras varias veces a mitad de la noche para decírmelo y que al instante me disculpara e inmediatamente me quedase dormido nuevamente para seguir roncando.
   Tampoco vas a extrañar que sea tan terco en cualquier discusión o que me ponga pesado con alguna persona que estés conociendo y sienta yo que solamente quiere llevarte a la cama.
   No vas a echar de menos que nunca me alcance el dinero para invitarte a salir o para comprarte cosas bonitas tampoco.
   No creo que alguna vez vayas a pensar con nostalgia en el hecho de que me levantaba temprano para hacerte de desayunar y después llevarte al trabajo a tiempo.
   Menos te acordarás de todas las ocasiones que rechazaste un café negro hecho en casa, porque preferías un moka de alguna otra parte.
   Vete tranquila pues me sobra paciencia como para caer en juegos en los que intencionalmente quieres hacerme caer para hacerte la ofendida y tomarlo de pretexto para irte.
   No me echarás de menos pues no existo para ti a menos que me necesites.
   Tranquila, puedes irte tranquila, no necesitas de ningún pretexto.
  Sólo cuidate... Solamente cuídate.

viernes, 2 de octubre de 2015

De lo que estoy viviendo.

   Durante los últimos dos meses he estado viviendo una especie de matrimonio con una amiga.
   Podría decirse que me di cuenta de que sabré responder a las solicitudes básicas (alimentar, transportar, escuchar). Pero sin engañar a nadie más que a mi persona, esto me está dañando. Me daña mucho más que otras situaciones por las que he pasado.
   Digo "simón!" a casi todo, a todo lo que esté a mi alcance, dentro de mis posibilidades. Y como todo en la vida, aunque me haya resistido, empezó a tomar ella un lugar en mi corazón. Pero escucharle hablar sobre exes, sobre futuras parejas, me derrumba aunque no lo muestre.
   Y no todo es eso pues también, después de casi cinco años de compartir casa con mi compadre y amigo, se muda. Una mudanza que se veía venir, pero se siente un tanto extraña y nostálgica verlo tan cerca.
   Y por si fuera poco, a quien trato con todo mi cariño y amor y de quien no recibo un abrazo, ahora embobada con alguien mucho mayor que ella, ya se le ven las inteciones de mudarse, por lo que me quedaría solo, tal cual como llegué aquí, tal cual como debería irme.
   Ni más sabio ni más pendejo, solamente diferente.