No digo que tenga una vida excitante, de hecho, es muy conformista, pero precisamente eso es lo que me hace pensar una y otra y otra cosa, inventando historias... a propósito de historias, anoche estaba inmerso en una "El hombre que no podía dormir":
Había una vez un hombre que todas las noches, sin importar cuán cansado estuviese, sin importar la hora ni el lugar, siempre se tomaba un té de manzanilla antes de irse a dormir. Este hombre llegó a vivir 90 años, y olvidó en qué momento empezó ese hábito; solamente se decía a si mismo que sin té de manzanilla no podría dormir... hasta que murió.
Lo curioso del caso de esta persona es que, imaginemos por un segundo, que desde pequeño le daba el té, de adolescente él mismo se lo preparaba así hasta su tercera edad; nunca dejó de tomarlo, sí salía fuera de su lugar de residencia, siempre cargaba consigo su ramitas de manzanilla (pues llegó a tal grado de tener sus plantas), casi toda su vida giraba en torno a ese punto de cierre de sus días. Por lo que nunca supo si en verdad, el té le ayudaba a dormir.
El hombre que no podía dormir no era él, era quien pensaba en la historia, tratando de imaginar de dónde salió esa costumbre, si su mamá le mezclaba la leche materna con el té, si de niño lo obligaban a tomarlo, si de adolescente fue su cura contra el insomnio; nunca supe el porqué no dejar pasar un sólo día sin el té.
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